domingo, 17 de abril de 2011

EL CONCIERTO DE LAS ONDAS

 

Uno de los males congénitos de nuestro cuerpo de Técnicos de Señales Marítimas, el que le ha conferido de siempre a nuestra profesión su más peculiar característica a los ojos del público, el aislamiento, en fin –destierro para el vulgo– va desapareciendo poco a poco a impulsos de la marea arrolladora del progreso técnico y científico de nuestro tiempo.
Entre esas manifestaciones del progreso humano que más contribuyen al acercamiento de los faros a los centros urbanos, es decir, a la civilización o sociedad, figura en lugar preferente la radiotelefonía. Precisamente un acontecimiento relacionado con la reciente instalación de estos aparatos en algunos faros aislados de la nación me ha sugerido la composición de estas líneas.
Hace unos días, a principios de este mes de agosto, con ocasión de estarse realizando el enlace diario rutinario entre los faros del grupo oriental de las Islas Canarias con su emisora central de Las Palmas instalada en la Jefatura de Obras Públicas de dicha ciudad, organismo del que dependemos a nivel provincial, los compañeros que lo efectuábamos nos vimos gratamente sorprendidos por la inesperada captación, a causa de las favorables condiciones de propagación de las ondas de radio que en aquel día se daban, de otras emisoras que habían sido instaladas en algunos faros de las Islas Baleares. La emoción que nos embargó a todos fue intensa y podía ser percibida clara y distintamente por el tono un tanto alterado de las voces. Se intercambiaron entre los compañeros de ambos archipiélagos hermanos frases de efusiva cordialidad que se hallaban muy en consonancia con la era de predominio tecnológico a que antes aludía, tales como: ‘Encantado de conocerte a través de las ondas hertzianas’, o ‘Un saludo cordial y afectuoso por la vía del éter’, o la de ‘Pues eso entra aquí con la potencia de un cañón atómico’ y otras de parecida índole.
Los beneficios que estos equipos radiotelefónicos reportarán a los faros aislados son obvios. Pero además de aquellos de más inmediata y directa aplicación, como son los relacionados con la agilización del servicio y solución de problemas particulares del personal afecto a estas señales, su valor utilitario puede, en determinadas circunstancias, trascender al más extenso ámbito de los intereses generales de nuestro Cuerpo como nexo de unión entre los componentes del mismo. Sabido es de todos que uno de los mayores obstáculos que se oponen a la consecución de una unidad compacta entre los entre los miembros de nuestra colectividad cuando tratamos de aunar criterios para lograr una mayor eficacia en las gestiones encaminadas a la obtención de mejoras y a la dignificación de nuestra profesión radica precisamente en la dispersión en que nos encontramos por imperativos de la especial ubicación de nuestros puestos de trabajo dado el difícil acceso que muchos de ellos presentan que no nos permite el rápido y fácil intercambio de opiniones necesario entre todos lo compañeros, malográndose así el resultado de unas diligencias que de otro modo pudieron haber sido mucho más fructíferas.
El montaje de esta red de aparatos emprendido por nuestros organismos rectores con tan acertado criterio, patentizando así con realidades tangibles su preocupación por la resolución de nuestros problemas más perentorios, ha sido realizado por compañeros de profesión, cuya actuación enaltece al Cuerpo de Técnicos de Señales Marítimas al que pertenecemos, por la eficiencia profesional y alto nivel técnico demostrados.
Al parecer, dicha red se extenderá a otros faros alejados de centros urbanos de los mencionados archipiélagos y de otras regiones de nuestro litoral. Ojalá que sirva para consolidar nuestra unidad y se puedan derivar de ella beneficios y mejoras que afecten a toda nuestra colectividad.


Agustín Pallarés Padilla.


Faro de Alegranza, a 18 de agosto de 1965.


[Este escrito fue publicado en la revista SEÑALES MARÍTIMAS, órgano oficial de la Asociación de Técnicos Mecánicos de Señales Marítimas, pero sólo en parte debido a recortes de la censura que entonces reinaba en España, razón que me coartó para colaborar en lo sucesivo en dicha publicación]

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